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miércoles, 3 de agosto de 2011

El Manzano

Pienso en esa excitación.
En ese momento en el que acariciabas tu pelo
Y me mirabas.
Eramos sólo los dos;
Con la música de los vientos
Que acariciaban nuestros cuerpos.
Cuando pienso en ese momento,
Me doy cuenta que tengo
Corazón de madera.

Porque yo soy rama de árbol
Que te da sombra para que no te quemes.
Soy rama que alimenta.
Que te deja frutos con sonrisas.
Rama simple.

Pero prefieres irte con
El oro y su brillo.
Con el metal y su dureza.
Con el héroe que te abraza
Y te cuenta todas sus aventuras.
Él, que te ahorca con sus músculos
Y que te deja sorda con sus historias.
Que pisotea y se cree grande
Sólo porque se burla de los enclenques
Y su debilidad.

Porque el héroe reclamó su premio.
El héroe de las pesas y gimnasios.
Drogas y fiestas.
Bailes y dinero.
Montañas artificiales
Sobre sus brazos y su torso.
Un cuerpo
Que es obra de su vanidad
Más que de su naturaleza.

Mientras tanto,
No eres capaz de mirarme.
Sólo miras lo que te conviene.
Te quedaste ciega.
Me sonreías
Y sólo lo hacías
Porque fui capaz de secar tus lágrimas.
No escuchas mis palabras
Sólo quieres abrazos.
Quieres el pañuelo.
Ese que te hace recordar
Que necesitas a otro héroe.

Me dejaste débil
Y ahora te burlas de mí.

Sólo soy rama.
Amarrada.
Resistente pero usada.
Atascada y sin poder evitar esa imagen:
Esa sonrisa que acaba de ser mordida
Por el heroísmo
Como manzana en el paraíso.
Ese fruto que me quitaste de encima
Cuando te subiste como gato
Al tronco del árbol que comparto.
Cuando arrancaste con tus garras
Lo poco que te podía compartir.
Cuando saltaste
Y sin miedo a las alturas
Porque el héroe alentaba tu osadía.

Ya sólo soy rama
Débil
Y sin frutos para dar.
Todo me lo quitó esa mujer
A la que le daba sombra
Cuando miraba hacia arriba.