Buscar este blog

domingo, 1 de mayo de 2011

1 de Mayo

Día del Trabajador. 1886, miles y miles de estadounidenses reclaman una jornada laboral de 8 horas diarias. 2011, miles y miles de manifestantes colombianos marchan reclaman todos sus derechos, quien sabe por cuantas horas. Claro está, nada de eso fue presenciado por mis ojos. Las papas bombas no revolvieron mi estómago, ni autoridades fueron a detener mis acciones. No me levanté con carteles, ni sofoqué mi voz en estruendosos alaridos en contra del sistema.

Beatificación del Papa Juan Pablo II. Congregación (de nuevo) de grandes cantidades de creyentes, que alguna vez atestiguaron a un hombre que tenía claro que hacer con su vida y con la misión que la Iglesia y Dios le habían dado. Recorrió el mundo, como nadie. Profesó, escuchó pero más que todo, conoció. No vi su ceremonia. No madrugué, ni dediqué lágrimas por él. No estallé en emoción al ver tanta gente congregada.

Funeral de Ernesto Sábato. Casi llega al centenar. Muere Castel. Argentina llora, y sus palabras viven. Personajes imborrables y memorables. Historias dramáticas, libros emocionales. Todos juntos en un cerebro. Un cerebro del que sólo supe por su Túnel. Transitado por mí, de manera muy superficial en alguna etapa del colegio. No lloró, no soy argentino, no lo conocí.

Murió Osama Bin Laden. Al Qaeda se quedó sin líder. Gente celebra su deceso. Culpable de miles de asesinatos, de atentados, de violaciones. Y ahora, cuando quien sabe que avión estadounidense lo ha dado de baja, todos saltan de alegría. Yo no puedo tener cara de felicidad, no puedo expresar emoción.

Tantas cosas que pasan al mismo tiempo. Tantos acontecimientos perdidos por dormir, comer pizza y jugar un partido de fútbol. Remplazados por una lavada y una tormenta eléctrica. Tantas cosas que conozco, pero no me afectan. No es egoísmo, no es desinterés. Es sólo que a mi...pues sí me emputa todos aquellos que en su idea de defender ideales, crean guerras y pobreza con la que la gente muere y explota en deseos de apocalipsis e histeria; pero tampoco ignoro la contradicción de todos aquellos que en su bien de ir en contra de esto, se alzan en armas, e indiscriminadamente, terminan siendo aliados del desorden y la falta de progreso integral. No pienso formar parte del desorden, que en su idea de reclamar y cambiar, destruye y decepciona. No digo que todos los que se oponen piensen así, pero con uno que proteste pensando así, es suficiente. Suficiente como para que el público, en general, sólo sepa de los destrozos que las manifestaciones dejan.

No puedo celebrar fanatismos. No puedo lamentar la muerte de sus representantes. No puedo estar conforme con una Iglesia, que se contradice. Proclama algo, demuestra lo contrario. Dice aceptar, pero ignora y mira todo de reojo. Sigo sin saber qué es lo que creo. Por eso, tampoco puedo dedicarle devoción a un artista, a sus palabras o su obra. No puedo declararle fidelidad a las palabras a quienes dicen como debo llevar mi vida. Sólo puedo ser prudente. Recoger lo mejor de cada quien y hacérselo saber, sí llego a conocerlo. Así como condenar sus defectos y esperar que un día los corrija. Veo, escucho y aprendo. No me sacrifico, no me ofrezco, no me vendo. Aunque...esperemos sí mi amor por ella, me hace cambiar por ella. Ese puede ser el precio, por conocer quién soy yo.

Una muerte, una reivindicación para unos; alegría para otros. Es victoria. Todo eso, ni me va ni me viene. Claro, no puedo creerlo que la naturaleza del hombre, lo lleve a producir tanta destrucción. No por eso, me considero feliz por ver su cadáver. Es el precio por buscar justicia. Es la sociedad que aborrezco, que de nuevo saltará en su hipocresía para sustentar todo lo que he dicho que condeno.

Todo en mi día, fue lluvia, pizza y fútbol. No me crean ignorante, o vago. Idiota o burgués, no soy eso. No estoy fresco, o pensando sólo en mi mismo. Sólo tengo claro que los sinceros y los únicos, los que saben que quieren y quienes son, son los que ayudaré, por los que me sentiré feliz y acompañaré. A los demás, tienen mis oídos y consejos. Mientras veo, como cambiar el mundo, de manera correcta.

Cómo no soy como muchos, mis palabras no tienen validez para ellos. No por eso callaré.

No hay comentarios:

Publicar un comentario